Y aquí estoy, como todos los días, sentada frente a la compu, en mi trabajo, volando… con la bola de cosas que hacer, pero prefiriendo divagar con los dedos y las teclas…
Mierda! No quiero trabajar, es viernes… cómo se pasó de rápido la semana, ayer nomás era lunes… cómo han pasado de rápido estos seis años que llevo aquí, dejando mi vida, mi juventud… cómo soñé de diferente el “laburo”.
El árbol que planté no ha crecido mucho, más bien se ha quedado chico… los árboles que están a su lado tampoco han crecido tanto, aunque tienen más agua y abono que el mío… tal parece que así seguirá, parece que la lluvia que riega los árboles se olvidó del mío…
Rayos! tendrá que acostumbrarse a que otro árbol le haga sombra, no importa si no tiene frutos, no importa si está hueco por dentro, lo que importa es que es un árbol destinado a ser más grande.
Esto se parece al “Linving on the prayer” de mi mechoso favorito, Bon Jovi, la escucho de nuevo, y sí… solo me falta trabajar de mesera para que todo sea igual… a los años que regreso, aunque sea por un minuto a las ochenteras, no escuchaba esa, mi música, desde que salió a flote esa reguetonera, fiestera, parrandera que todas llevamos dentro, he tratado de matarla, le he caído a golpes, pero se resiste a morir… de vez en cuando suele salir, aunque a mí la fiesta ya se me haya acabado.
Condenada!, así es como me siento, más o menos como preso esperando a morir, pero yo no quiero morir, lo que me sobran son razones para vivir, pero lejos… he dicho!… y solo quiero una compañera de viaje, nada más.
Como cada viernes los eventos inesperados no faltan, llega mi estudiante con todas las ganas de trabajar, le pido llamar a uno de esos árboles grandes para ver si le pide algunas manzanas, pero literalmente saca una de su raíces, la toma de los pies y la arrastra por el suelo sin piedad… ¿acaso no sabe que árbol que da frutos está destinado a entregarlos?, ¿acaso cuando un árbol crece tanto adquiere el derecho de aplastar al que se queda abajo?… si es así que mi arbolito se quede chico porque eso de aplastar y hacer sombra, aun siendo un tronco seco y hueco como que no se me da. Ya se que a veces soy bien «hdp», pero para esto me falta malicia.
Y así seguirá mi viernes de pereza, como un árbol que, sin agua, terminará por secarse, y cuyos frutos serán atribuidos a otro árbol como tantas veces. Así seguiré, como árbol chico, que tan pronto envejeció, se entregó a la sombra, no porque lo condenaran los árboles grandes, sino porque no hizo nada para evitarlo… de todas maneras esta es otra de esas cosas que se parecen a la realidad, pero son puro cuento.
Publicado en Intereses, ni idea, pensando como entra el agua al coco
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